En el campo están las oportunidades para Colombia. Es hora de transformar ideas en inversiones sostenibles para el agro.

En el campo están las oportunidades para Colombia. Es hora de transformar ideas en inversiones sostenibles para el agro. El contexto de construcción de paz que vive el país abre nuevas alternativas para la actividad agropecuaria, un importante jalonador de la economía, que impacta positivamente en la generación de empleo y calidad de vida de millones de ciudadanos. En este proceso, las mujeres y los jóvenes rurales son agentes de cambio fundamentales para el desarrollo del sector, y debemos vincularlos para que sean líderes de dicha transformación.

Para esto no solo se necesita la voluntad del Estado, nos compete a todos poner un grano de arena. Ello implica que la alianza Estado-empresa privada adquiera protagonismo en este objetivo común de país. Esto viabiliza el desarrollo de proyectos competitivos que logran un proceso de innovación y modernización del sector agropecuario y rural. Es necesario fortalecer la agricultura por contrato, donde sea posible primero vender y luego sembrar, para que la actividad productiva del campo responda adecuadamente a las necesidades de consumo de los centros urbanos. Es la mejor forma de hacer sostenible y rentable la producción agropecuaria, pues se siembran las variedades y cantidades que demandan los consumidores.

La tarea que tenemos para el campo es un reto de país. Mientras las políticas públicas se deben orientar a promover el desarrollo rural integral, el sector privado está llamado a construir valor agregado desde el agro. El campo en paz abre insospechados caminos para desarrollar iniciativas orientadas a la promoción del emprendimiento, la formación para el trabajo y competencias, la reconversión laboral, la equidad de género, la tecnificación del agro y el relevo generacional. Todo esto tiene un impacto directo sobre el crecimiento económico y el restablecimiento del tejido social. Si bien, se está avanzando en esta dirección, hace falta fortalecer los esfuerzos.

Lo positivo de este proceso de transformar el campo en una fuente segura de desarrollo, es que frecuentemente encontramos experiencias innovadoras, tanto en el eslabón de la producción como en la comercialización, que nos comprueban que es posible aprovechar el potencial de riqueza que tiene el campo, máxime cuando emergen de iniciativas privadas. Un ejemplo es el centro de investigación que inauguró Bavaria en Tibabosa para cultivar cebada maltera competitiva, que hoy se debe importar. Más de 2.800 hectáreas sembradas del producto, han propiciado la formación de agricultores de la región y la generación de más de 240 empleos a campesinos de la zona. Sin duda, es una apuesta por la tecnificación del campo, capaz de producir la cebada que se necesita, y una iniciativa que hay que multiplicar en el país.

Nuestro campo cuenta con los factores esenciales para ser competitivo y aportar mucho más al crecimiento económico y social del país, y necesitamos convertir ese potencial en proyectos productivos concretos. La clave radica en fortalecer las alianzas con el sector privado, universidades, centros de investigación, incorporar a las TIC como instrumento que apoya el cambio productivo, generar señales claras de mercado y gestionar los riesgos agropecuarios, fortalecer la agricultura por contrato, entre otros. El llamado es a cultivar oportunidades en el campo colombiano, porque cuando este crece, todos crecemos.

Carlos Ramiro Chavarro
Presidente Finagro

Fuente:  Portafolio