Por: Jorge Enrique Bedoya Vizcaya, presidente Sociedad de Agricultores de Colombia

Todos sabemos que Colombia tiene, al menos desde el punto de vista de la tierra, sus ríos, sus dos costas, los más de 50 millones de consumidores nacionales, y cientos de millones de potenciales internacionales, una enorme oportunidad para generar riqueza, empleo y bienestar a los pobladores de nuestra ruralidad. Lo paradójico es que eso lo sabemos desde hace décadas, pero hasta el momento son limitados los sectores que han aprovechado semejante potencial.

Mirando hacia el futuro y no quedándonos en el pasado, y mucho menos en las responsabilidades del porqué de nuestra falta de avance general en el campo, en la SAC, conjuntamente con nuestros afiliados, le hemos planteado al país la necesidad de que todos cambiemos la actitud frente al sector agropecuario.

Un campo con una visión de mercado y no una visión de oferta, donde el crecimiento debe ir de la mano de la rentabilidad, donde la formalización de la mano de obra es un pilar fundamental y donde las economías de escala y la integración vertical son algunas de las alternativas para poder competir con productos importados, y para poder “colonizar” nuevos mercados con productos transformados, sin depender de intermediarios que al final se quedan con gran parte del esfuerzo del productor. Hay que vender para producir, y no seguir pensando que lo único bueno es crecer.

Sin duda alguna la seguridad jurídica, la despolitización de las entidades del sector, el crédito como herramienta de transformación empresarial, el fortalecimiento de la infraestructura, y en particular las vías terciarias, por solo mencionar algunas, son elementos fundamentales para la transformación del campo. Hoy no tenemos ley de tierras, ni ZIDRES implementadas y los recursos del estado se diluyen ante el chantaje que realizan quienes bloquean las carreteras; es permanente la preocupación sobre la politización en cargos técnicos en entidades como el ICA y el 75% de las vías terciarias están en mal estado. Panorama poco alentador, pero debemos ser superiores a estas dificultades, sin que ello deje de lado la responsabilidad que le cabe en estos temas a quien ocupe la Presidencia de la República.

Muchas son las acciones que como sector privado podemos implementar para que la empresarización y el desarrollo agroindustrial se conviertan en una realidad; algunas de ellas son: Los casos de éxito a nivel subsectorial, se convierten en una herramienta de transferencia de conocimiento y de buenas prácticas que debemos divulgar entre la comunidad rural; el llamado a las universidades para que sus estudiantes de carreras que no son “tradicionales” para el campo como la economía, mercadeo y publicidad y administración de empresas, entre otras, realicen “rurales” para el fortalecimiento del tejido empresarial del campo es una apuesta que puede ser exitosa; la búsqueda permanente de nuevos emprendimientos que acerquen a los productores a los consumidores y que involucren la innovación tecnológica, el desarrollo de nuevos productos y las mejoras en procesos logísticos serán victorias tempranas en este proceso de empresarización.Así, cambio de actitud por parte de los productores, de los gremios, del gobierno, de las universidades y de todos aquellos que compartimos el interés de un campo más competitivo, más exportador, con visión de mercado y por supuesto con rentabilidad sostenible, es lo que necesitamos. Para lograrlo, iniciativas como la del comité de agroindustria de AmCham Colombia y las sinergias que desarrollemos con la SAC y sus afiliados sin duda rendirán sus frutos para un mejor campo en nuestro país.

Como lo dijo el Presidente John F. Kennedy: “ask not what your country can do for you, ask what you can do for your country.”

El futuro del campo está en nuestras manos.

Este artículo fue publicado en la edicion del mes de febrero de nuestro Business Mail, leála aquí