Se ha hablado mucho de la relocalización y no es un cuento, es un hecho. Estamos viendo que Colombia cada vez más se integra a las cadenas regionales de valor, como lo demuestra el estudio de Amcham Colombia que indica que más de 50 productos con tecnología media incorporada han logrado entrar en cadenas regionales de valor y aumentado sus ventas en Estados Unidos.

Sin embargo, a pesar del avance, todavía hay camino por recorrer. Para agilizar esta tendencia y aprovechar mejor otras oportunidades tenemos que dar pasos firmes, ser más agresivos en la promoción, enfocar a las regiones, de acuerdo a sus ventajas comparativas reveladas, hacia aquellos productos que señala la relocalización e identificar los requerimientos de esas empresas susceptibles de salir de Asia para ser parte de la cadena, ya sea en la proveeduría de materias primas, en la transformación, en la maquila o la reexportación.

Pero para que Colombia entre en estos procesos de forma consistente y a largo plazo debe ofrecer estabilidad jurídica a esas inversiones, preparar debidamente el recurso humano, incluido el bilingüismo, y tener una política laboral acorde con las nuevas industrias.

Deberíamos pensar más en eso y menos en el oportunismo legislativo. Hoy vemos que en el Congreso se presentan entre 60 y 100 proyectos de ley semanales, muchos de ellos cambiando las reglas del juego y con motivaciones electorales. Sin verificar siquiera si son constitucionales, se discuten y se votan para hacer el ruido que necesitan sus intereses políticos y aparecer como “salvadores de la patria”, así terminen al final en el cesto de la basura.

Además, como lo mencioné en la columna anterior, las protecciones internas restringen las posibilidades de nuevas exportaciones y eso desanima la inversión y restringe la producción local a las simples expectativas del mercado nacional. Es fundamental ponerse al día y tener claro que solo las actividades consideradas de alto valor añadido tendrán posibilidades, pues las grandes fábricas hoy disponen de inteligencia artificial, robots, grandes impresoras en 3D para producir en menor tiempo y con gastos reducidos. Las nuevas tecnologías requieren un recurso humano más sofisticado, que agregue calidad y no cantidad.

Realmente el espectro internacional tiene señalado el mapa de Colombia como un sitio propicio para trasladar inversiones. La mención de Colombia para la relocalización es reiterada por su ubicación geográfica, fuerza laboral joven y con buen nivel de educación, acuerdos de libre comercio, incentivos fiscales promovidos por los gobiernos, gran mercado local (casi 50 millones de personas), entre otros aspectos determinantes. No perdamos de vista estos atributos tan importantes.

La relocalización no es un asunto que sucede de la noche a la mañana, requiere de una estrategia integral que incluya inversión pública y privada, con enfoques claros en sectores y en políticas que apoyen el desarrollo empresarial, al igual que mejorar la competitividad y las infraestructuras físicas y de comunicaciones, como estar a la vanguardia en tecnología de punta.

Las oportunidades están ahí, aunque la suerte fluirá hacia los países que estén mejor preparados. Y esto requerirá mucha coordinación público-privada, puesto que ninguno de los dos podrá lograrlo por separado ni dar los pasos necesarios para consolidar esa oportunidad histórica.

Fuente: La Republica

Tomado de: https://www.larepublica.co/analisis/maria-claudia-lacouture-402341/relocalizacion-pasos-a-seguir-3214044

Imagen: Tomada de Canva